Informe Bialet Massé: La Mirada Etnográfica
 
 
Por Marcelo LAGOS

 

El viajero etnógrafo

El criollo

El indio

El inmigrante

A modo de conclusión

 

 

Es tal la riqueza del Informe Bialet Massé que su lectura requiere abordajes múltiples. Podríamos centrar la mirada en el aspecto legal, el de la medicina o el tecnológico. O bien es factible leer a Bialet Massé como viajero, sociólogo o historiador que especula y ensaya sobre los orígenes de los males del país que describe. Hay en el Informe un estado de la clase obrera, pero también de la clase empresarial y un proyecto social del país que desea. Como médico se tienta en diagnosticar y recetar.

 

De la diversidad de miradas con que se puede encarar el Informe sin duda una que resalta desde el inicio es el enfoque etnográfico. Es que Bialet Massé, tal un clásico etnógrafo de su tiempo, convierte el campo ( y eventualmente la fábrica) en su laboratorio de estudio. Así, escucha conversaciones, observa comportamientos, visita hogares, busca conocer sobre modos de vida, interroga sobre tradiciones. Se vale de informantes que a veces son funcionarios, militares o empresarios; otras caciques indígenas o trabajadores. Busca alcanzar una vinculación de empatía con su objeto de estudio, no sólo quiere “sentir” lo que ellos sienten, sino también transmitirlo a sus lectores. En ese sentido parece que Bialet escribe pensando en algo más que un mero informe destinado a ser leído por un reducido número de burócratas.

 

A mediados de 1904, para su segundo viaje, que formará el tercer tomo de la edición original, utiliza máquina fotográfica. La captación de imágenes de personajes, situaciones, espacios, que él mismo define como pruebas de sus afirmaciones, tienen la mirada del explorador de inicios del siglo XX.

 

Sufre la altura, el calor, resiste las penurias de ciertas travesías, tal un viajero-etnógrafo. Hace preguntas, toma notas, y luego su colección de datos obtenidos por contacto directo los examina y relaciona con materiales previamente reunidos, como el método que aplicaría un etnógrafo coetáneo.

 

Bialet Massé traza su mapa etnográfico del país sobre tres grandes grupos diferenciados: el criollo, el indígena y el inmigrante extranjero. De todos marca un perfil y crea un estereotipo, tomando en primer término como patrón para emitir juicios sus condiciones como trabajadores. Así aparece un criollo revalorizado, un indígena insustituible en determinadas regiones y un inmigrante mirado con reservas. Pero nuestro autor va más allá e intenta superar la descripción de sus aptitudes laborales para adentrase en sus costumbres, moral, idiosincrasia.

 

Raza, clima, suelo, dotes psíquicas congénitas son conceptos continuamente empleados para sus descripciones e interpretaciones. Sin escapar a las influencias intelectuales de la época, deja su sello personal en la mirada del “otro”, sin duda más humanista que la de la dirigencia de su tiempo.

 

Los “primitivos” de Bialet Massé son los sectores mayoritariamente ágrafos de la clase trabajadora, a la que desea dar voz. Son los desolados mineros de Famatina, los matacos zafreros en los ingenios jujeños, las costureras “vergonzantes” de Tucumán, los estibadores del Rosario... A ellos y muchos otros, más allá de sus prejuicios de clase, los analiza y juzga en función de sus posibilidades de progreso y como elementos del desarrollo del país, al que pinta como un fresco.

 

 

El viajero etnógrafo

 

Bialet era un consumado e inquieto conocedor del país cuando a los 58 años se le encarga la redacción del Informe. También se lo consideraba un entendido en oficios, organización laboral y experimentado en técnicas industriales, en fin un hombre de acción, que encararía el mandato poniendo peso en su vivencia y experiencia personal. Parecían concentradas en su personalidad las virtudes del buen viajero: sabiduría, espíritu humanista y aventurero.

 

La historia del Informe también lo es la de un viaje y en buena parte de aquel se asumen las formas típicas de los relatos de viajero de su tiempo. Como funcionario informante Bialet se convierte en muchos pasajes en viajero. Por eso durante la travesía va redactando notas, bastante delineadas por la urgencia de presentar su trabajo. Su redacción se hace en presente, como si fuera transcurriendo la acción, o hubiese sucedido escaso tiempo atrás. Es sumamente común encontrar encabezamientos de párrafos con: “llegamos..., nos invitan..., nos reciben..., vamos a recorrer..., nos retiramos a dormir...” De igual manera emite la opinión de gente con que va tratando en términos de “me comentaron..., me manifestaron..., me explicaron...” También como viajero relata, describe y habla mucho de sí mismo.

 

El afán descriptivo supera al informativo en varios pasajes. En una estancia santafecina se encarga de narrar las destrezas gauchas, los manjares de la cocina criolla, las diversiones, etc., remitiendo a la idea de una guía destinada a promocionar las bondades del campo argentino. ( cfr. Bialet Massé, 1985: 161 y sig.)* En otros tramos refiere a las fatigas del viajero, los inconvenientes e incomodidades que dan una sensación muy personal y física de lo que está experimentando el autor. El ascenso a Famatina es un relato cargado de imágenes grandiosas, sentimientos personales y prosa plena de emoción que hace recordar a Humboldt en la cima del Chimborazo. “Pasan rápidos pero vivos por mis ojos, el lugar en que nací, mi niñez, mi juventud, mis amores y mis hijos y mis nietos; todo cuanto amo y amé; el pasado y el presente, todo cuanto he gozado y he sufrido toda mi vida.” Metafóricamente desde esa cumbre describe el país que le gustaría tener “ Pero veo más, mucho más; el mapa de la República lo veo vivo, recogido y completo por el porvenir, veo en el sur millones de ovejas entre bosques de inagotable explotación, más acá la Pampa inmensa, el mar de cereales, salpicado de ciudades unidas por ferrocarriles y canales; centros fabriles bajo saltos de agua; un mar de cañas, el vergel de la Mesopotomia argentina, el Chaco cubierto de los blancos copos del algodonal, y al norte un paraíso.... y a mis pies surge la Rioja, rica y feliz, con todos los frutos de todos los climas..”. ( Bialet Massé, 1985: 284)

 

En otros tramos Bialet puede remitir a la idea de un viajero utilitario inglés de inicios del siglo XIX, que estudia perspectivas económicas de una región, futuros negocios o posibilidades de inversión. “ No he podido tampoco prescindir de señalar la importancia relativa de muchas localidades como fuentes de riquezas y el modo de fomentarla.” ( Bialet Massé, 1985: 17) Así lo hace, es especialmente enfático en la proyección futura del Chaco oriental, pero no deja de ver posibilidades futuras para San Juan y Mendoza o de dedicar un párrafo sobre cómo mejorar la agricultura o ganadería en tal o cual región.

 

En tiempos en los que el avance sobre la naturaleza era aún considerado un paso de la civilización, un triunfo del hombre en su “lucha “ por dominarla, Bialet expresa extraños conceptos conservacionistas. “ Jamás olvidaré aquella naturaleza [ se refiere a los valles subtropicales de Jujuy ] ; no he visto otra semejante; y si por mi mano estuviera no permitiría cortarle ni una rama, para los que por allí pasaran pudieran tener el concepto del Edén real y vivo.” ( Bialet Massé, 1985: 88) Obviamente que las descripciones románticas y maravillosas de la naturaleza están íntimamente asociadas al relato de viaje, pero éstas se inclinan por lo exótico o majestuoso, en cambio en nuestro autor hay una preocupación por su futuro. Uno de los capítulos lleva como título “La destrucción del bosque” y en él se expone la tala indiscriminada, el derroche, la imprevisión, un arrasamiento que no deja nada para el país ni los habitantes del monte. “...la explotación del bosque del Nordeste argentino, se retira sin dejar rastros (...) labrando gruesas fortunas, que se van a gozar fuera, dejando una masa de hombres extenuados y envejecidos por un trabajo tan malamente explotado” (Bialet Massé,1985: 195) Las inquietudes y preocupaciones por la protección del medio ambiente recién tendrán inicio medio siglo después de la muerte de Bialet, de allí la importancia de su previsión de advertir que en su presente se están dejando campos devastados para las generaciones futuras.

 

También asume el carácter de un etnógrafo porque hace de la “observación participante” una herramienta de trabajo. En buena parte de su Informe reproduce lo que los informantes le han contado, inclusive remeda sus lenguajes y formas de expresarse (véase como ejemplo sus diálogos con caciques y mujeres indígenas u obrajeros en Chaco). Su acercamiento hacia los “otros” está precedido por un principio de afecto o respeto y un pretendido desprendimiento de prejuicios o principios ideológicos o metodológicos que lo condicionen. “..he procurado (...) prescindir de toda teoría o sistema y aun de mis propias ideas socialistas y de los recuerdos de libros y estadísticas...” (Bialet Massé, 1985: 15) Lo que desea es que su trabajo de campo, el pragmatismo y veracidad de sus observaciones tengan más peso que cualquier teoría previa.

 

Bialet, ahora como médico, insistió en la importancia de la descripción sintomatológica y pensaba que se podían analizar los fenómenos sociales bajo el prisma de la fisiología, privilegiando el método de la observación. No es casual que el título de su informe contenga la palabra “estado”, en este caso referido al “estado del cuerpo social” (cfr. Dalla Corte, 2000), y una vez hecho el diagnóstico sobre el organismo estudiado, proponer los medios necesarios para el equilibrio y su buen funcionamiento.

 

Era muy propio de la etnografía de su tiempo racializar las diferencias sociales, en Bialet este principio se encuentra matizado, pues si bien hace una primera división tripartita de los trabajadores en blancos, mestizos e indios, los engloba y unifica como explotados. Y entre los explotadores también encuentra diferentes pigmentaciones de piel, pues cree que algunos caciques o lenguaraces, entregadores de trabajadores indios, merecen similar mote que los propietarios blancos de ingenios o ricas extensiones en el área pampeana.

 

Dentro de sus concepciones etnográficas podríamos definir a Bialet como “integracionista”, entendiendo como tales a los que ven como solución de las diferencias raciales la fusión o asimilación de los diferentes contingentes étnicos en un “modo único de vida nacional”. Claro está que éste se encuentra delimitado por la elite intelectual y moral, que suele observar toda diferencia como atentatoria y regresiva respecto del Estado en conformación. Quizás no haya inquietud existencial más preocupante para esa elite que encontrar una nación entre criollos “atrasados”, indios “salvajes” y gringos “oportunistas”.

 

Está implícito en Bialet el concepto de “crisol de razas” como marco de asimilación y superación de las diferencias. El juego de la integración deberá plantearse en múltiples campos: servicio militar que traslade jóvenes de un punto a otro del país, colonias mixtas que reúnan a criollos e indios, extranjeros solos que se unan con mujeres criollas “elemento absorbente y asimilador por excelencia”. No lo escandaliza el concepto de “hibridismo”, entendiendo que éste se viene produciendo en América Latina desde tiempos de la conquista. Obviamente este pensamiento no es compartido por posiciones aristocratizantes, de mucho peso, que ven en la integración la aberración del mestizaje y el dogma del igualitarismo que pretende aplanar las diferencias étnicas que se encuentran en la índole misma de la realidad social.

 

Una serie de categorías extendidas y aferradas en su tiempo utiliza Bialet en su Informe. Una de las que aparece desde las primeras páginas es el concepto de raza. El biologismo positivista, el evolucionismo y el spencerismo tuvieron una fuerte influencia en la intelectualidad de la época. “..la idea de raza trascendía toda división ideológica, y fue adoptada como un instrumento clave para entender el desarrollo de las sociedades por intelectuales y políticos de las más diversas tendencias (...) la idea de la superioridad intrínseca de ciertos grupos raciales sobre otros, o la de la necesidad de preservar científicamente la pureza racial de una población, eran a comienzos de siglo nociones compartidas por los grupos más progresistas del espectro político...” (Zimmermann, 1995: 109) En Bialet no hay una definición precisa de raza, es un término polisémico que emplea con diferentes propósitos y circunstancias. No cree en la pureza sino en la “mixtura de razas” y su idea es que éstas nunca son estáticas, sino que pueden ser modificadas por otros elementos como el clima, el contacto, el paisaje, la educación u otros rasgos de la vida civilizada. (cfr. Pereyra, 2004)

 

Pero mientras la mayoría de los intelectuales apuestan, siguiendo el pensamiento de Alberdi y Sarmiento, a que la “raza argentina” se construirá a partir de las transformaciones que el medio argentino impone a las arribadas razas europeas (cfr. Ingenieros, 1913), Bialet opina que es en los criollos y el interior donde se encuentran las reservas morales. En este sentido comparte la postura de un “nacionalismo” revalorizador de lo hispánico y antimaterialista que se va gestando en los años previos al Centenario y que parece tener inicio luego de la guerra de 1898 entre España y los Estados Unidos. (cfr. Terán, 2000: 339 y sig.) Afirma que su investigación le ha permitido “...apreciar los elementos fijos y permanentes que caracterizan al pueblo (...) [que] ni el contacto con los extranjeros, ni la introducción del lujo del Litoral, han alterado esos caracteres..” (Bialet Massé, 1985: 15) Buenos Aires es una cabeza monstruosa, con población improvisada y sin carácter nacional, donde “el oropel rastacuero invade hasta las clases elevadas” (Bialet Massé, 1985: 509) Argentina es un país rico con población pobre, parece ser la conclusión a la que arriba nuestro autor, y las razones fundamentales de que esto suceda se encuentran en la exagerada codicia de la clase patronal y la carencia de una legislación que proteja desde el Estado a las clases indefensas.

 

La dupla progreso–evolución es otra categoría utilizada con frecuencia. Bialet es un entusiasta y optimista observador del país, no duda de su potencialidad. Y cuando de progreso se trata, cae en la clásica comparación con la América anglosajona del Norte. Este modelo, al que agrega el de Australia que cita con inusitada frecuencia, lo valora en lo legislativo, económico y organizativo, pero se encarga de señalar las diferencias étnicas de su conformación y no en el sentido que lo hicieran Sarmiento y otros escritores. Mientras que los ingleses tendieron a exterminar o aislar a los pueblos originarios, los españoles, cuya “conquista fue la más benigna que registra la historia”, se mezclaron con las mejores indias produciendo un elemento mestizo de gran variedad, que con el paso del tiempo ha decantado en el criollo en el que vislumbra el futuro desarrollo del país.

 

 

El criollo

 

Sin gran trabajo se lograría una raza original y bien caracterizada,

de un orden superior en la historia de la humanidad”

Bialet Massé, 1985: 18

 

(continúa... en la obra impresa: Juan BIALET MASSÉ Precursor de la regulación de las condiciones de trabajo)

 

 

AUTOR:

LAGOS, Marcelo (La Plata, 1953). Profesor de Enseñanza Secundaria, Normal y Superior en Historia, FHyCs.Ed Univ. Nac. La Plata, Licenciado en Historia, UNJu., Inscripción en Doctorado en Historia en UN de La Plata. Créditos completados, falta presentación Tesis. Maestría en Historia Latinoamericana. Tesis cum laude. Profesor Titular Historia de la Cultura, UNJu 1986-7, otros. Profesor adjunto Historia Social de la Cultura. Dedicación exclusiva, UNJu. 1992, continúa. Director Dpto. Cs. Soc. FHyCs, 1993 a 1998, otros. Profesor de Metodologías y Técnicas de la Investigación Histórica, FHyCs, 2000, continúa. Director y Codirector de tesis de Maestría y Licenciatura. Director de Proyectos: “Empresarios, comerciantes y trabajadores en el ciclo salitrero. 1830-1930”, 1994; “Población, trabajo y estructuras agrarias…S. XVIII y XIX”, 1999. “Hombres y tierras en el Norte Argentino. 1800-1930”, PIP-CONICET. 1996.; otros. Director 1994-2000, y actual miembro, de la Unidad de Investigación en Historia Regional, UNJu.. Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy, Argentina. Autor de  La Cuestión Indígena en el Estado y la Sociedad Nacional GRAN CHACO 1870-1920”. Jujuy, UNIHR-UNJu, 2000, y otras, como autor y coautor de publicaciones regionales, nacionales y extranjeras.